lunes, 16 de marzo de 2009

Miedo y Asco en Las Vegas, El lugar donde la ola finalmente rompió… y retrocedió.

Hunter S. Thompson (1937 – 2005) fue un periodista y escritor estadounidense nacido durante la época en que EUA era un país pobre que necesitaba una guerra para volver a hacerse rico. Posteriormente, tuvo su auge como escritor en la época en que EUA ya era lo suficientemente rico como para ir a la guerra por gusto. Vivió a fondo la era hippie y su fracaso como movimiento para cambiar el mundo, y mientras se convertía en el notario del zeitgeist hippie, escribió un libro sobre las drogas, Vietnam y el miedo y el asco que daba vivir en su país en ese momento.

En la realidad, el libro está basado en dos viajes que Thompson hizo a la ciudad de los casinos acompañado de Oscar Zeta Acosta, un conocido activista político hijo de mexicanos. El primer viaje fue para tener una entrevista en una ciudad tranquila con Acosta, al mismo tiempo que Thompson reportaba una carrera de motocicletas para Sports Illustrated. El segundo viaje fue para reportar sobre la Conferencia Nacional de Fiscales de Distrito sobre Narcóticos y Drogas Peligrosas.

Miedo y asco en Las Vegas es la frenética historia de Raoul Duke, junto a su abogado, el Dr. Gonzo, en busca del sueño americano. Así como los templarios buscaban el Santo Grial equipados con armaduras, reliquias sagradas y montando rápidos y poderosos caballos de batalla, Raoul y su abogado buscaban el sueño americano armados hasta los dientes con una maleta llena de todas las drogas conocidas en la época del amor y la paz. Vestigios de la onda hippie que harán del viaje de los dos antihéroes a través del desierto en descapotables alquilados una travesía al infierno… y de vuelta.

Miedo y asco es un libro extraño con situaciones sui generis creadas por la forma en que las drogas afectan la razón de los personajes principales, sin embargo, entre alucinaciones se encuentran párrafos llenos de interesantes análisis al EUA de los 70’s. Entre ellos destaca el pasaje de la ola, mismo que Thompson dijo que era “lo mejor que había escrito”. Para terminar, lo reproduzco aquí y les hago la invitación a que lean este excelente libro:

“Extraños recuerdos en esta nerviosa noche en Las Vegas. ¿ Cinco años después?, ¿Seis? Parece una vida, o al menos una Era Principal- el tipo de pico que nunca vuelve a ocurrir. San Francisco a mediados de los sesenta fue un lugar y momento muy especial del cual formar parte. Tal vez significó algo. Tal vez no, a la larga… pero ninguna explicación, ninguna mezcla de palabras o música o recuerdos pueden tocar esa sensación de saber que estabas ahí y que estabas vivo en esa esquina del tiempo y del mundo. Significase lo que significase…

La historia es difícil de conocer, debido a esos cuentos pagados de mierda, pero incluso sin estar seguro de la “historia” parece enteramente razonable pensar que de vez en cuando la energía de toda una generación se lanza al frente en un largo y bello fogonazo, por razones que nadie entiende realmente en el momento – y que nunca explican, en retrospectiva, qué es lo que de hecho pasó.

Mi recuerdo central de ese tiempo parece colgar en una o cinco o tal vez cuarenta noches – o madrugadas muy temprano- que salí del Filmore medio loco y, en lugar de ir a casa, enfilaba el gran 650 Lightning por el Bay Bridge a ciento sesenta por hora usando shorts L. L. Bean y una chaqueta … estallando a través del túnel de Treasure Island a las luces de Oakland y Berkeley y Richmond, sin estar completamente seguro de cuál vuelta tomar cuando llegaba al otro extremo (el coche se caleaba siempre en la barrera de peaje, yo iba demasiado pasado para meter neutral mientras buscaba cambio)… pero estando absolutamente seguro de que no importa qué camino tomara, llegaría a un lugar donde la gente estaba tan pasada y era tan salvaje como yo lo estaba y era: No había duda de ello…

Había locura en cualquier dirección, a cualquier hora. Si no cruzando la bahía, sobre el Golden Gate o bajando la 101 rumbo a Los Altos o La Honda…podías tocar chispas donde fuera. Había una fantástica sensación universal de que lo que fuera que estuviéramos haciendo estaba bien, de que estábamos ganando…

Y eso, creo yo, fue el motivo – la sensación de Victoria inevitable sobre las fuerzas de lo Viejo y del Mal. No en una manera militar o malvada; no necesitábamos eso. Nuestra energía simplemente prevalecería. No tenía ningún punto pelear – de nuestro lado o del de ellos. Teníamos todo el momentum; estábamos montando la cresta de una alta y hermosa ola…

Así que ahora, menos de cinco años después, puedes subir a un empinado cerro en Las Vegas y mirar al Oeste, y con el tipo de ojos adecuado casi puedes ver la marca de las aguas – el lugar donde la ola finalmente rompió y retrocedió.”

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