“Digan esto mientras hagan el amor:
‘Si esto no es agradable, no sé qué lo sea’.”
El once de abril es el segundo aniversario luctuoso de Kurt Vonnegut, el hombre que nos dio a todos el consejo de arriba. Fue uno de los escritores más activos del siglo XX y uno de los comediantes literarios más satíricos de EUA. Para conmemorar esta fecha tan triste para la literatura universal, durante varios días mis entradas sólo hablarán de Vonnegut. SEMANA VONNEGUT EN VALENTIN-LOCKE !!!!!
Nació en Indianápolis, Indiana, EUA, Continente Americano, Planeta Tierra, el 11 de Noviembre de 1922.
Como fue el menor de tres hermanos, aprendió a decir bromas constantemente, pues era la única forma en que podía entrar en las conversaciones entre sus hermanos y padres profesionistas. Más adelante, aprendió que el humor puede usarse para criticar las cosas que están mal en el mundo y hacer que las personas sean consientes de que es necesario cambiarlas.
Kurt luchó en la segunda guerra mundial. Fue capturado y llevado a trabajar para los nazis en la ciudad de Dresde, Alemania fabricando vitaminas en un matadero subterráneo. Entonces el bombardeo aliado a Dresde empezó. La mayor masacre de la Segunda Guerra Mundial ocurrió a pocos metros sobre la cabeza de Vonnegut. Al salir, la muerte estaba en todas partes.
“Por supuesto, sé sobre Auschwitz, pero una masacre es algo que ocurre de repente, el asesinato de muchísima gente en muy poco tiempo. En Dresde, el 13 de Febrero de 1945, 135,000 personas murieron por bombardeo británico en una sola noche.” Esta experiencia motivó su pensamiento antiguerra, que se manifestó a lo largo de su vida y de su trabajo como escritor.
Vonnegut no creía en Dios. En lugar de ser un hombre religioso, era un humanista. Como él lo dijo en su libro, Un Hombre Sin Patria:
“Mis padres y mis abuelos eran humanistas, lo que antes se denominaba Librepensadores. Por ello, siendo humanista estoy honrando a mis antepasados, lo que según la Biblia es bueno. Los humanistas procuramos que nuestra conducta sea lo más decente, justa y honrosa que podamos, sin esperar recompensa ni castigo en otra vida. Ni mi hermano ni mi hermana creían que hubiera otra vida. Mis padres y mis abuelos tampoco creían que hubiera otra vida. Estar vivos ya era suficiente para ellos. Los humanistas servimos lo mejor que podemos a la única abstracción con la que estamos familiarizados: nuestra comunidad.
Por cierto, soy presidente honorario de la Asociación Humanista Estadounidense, de modo que he sucedido al ya difunto Isaac Asimov, grandísimo escritor de ciencia-ficción, en el desempeño de este cargo que no tiene función alguna. Hace unos años celebramos una ceremonia honorífica en memoria a Isaac en la que yo hablé, y en un momento dado dije: “Isaac está ahora en el cielo”. Fue lo más gracioso que pude haber dicho ante un auditorio de humanistas, se partían de la risa. Pasaron varios minutos hasta que se restableció el orden. Y, si muero, Dios no lo quiera, confío en que ustedes dirán: ’,Kurt está ahora en el cielo’. Es mi chiste favorito.”
Este humanismo lo impulsaba a utilizar frecuentemente frases como “Y cosas por el estilo”, “etcétera” o “y así sucesivamente”. Especialmente las usaba cuando alguno de sus personajes moría, o cuando uno de sus libros terminaba. Él creía que la mejor manera de terminar una historia era indicando que ésta continuaba. Justo como la vida.
Cuando descubrí a Vonnegut, fue con su libro Desayuno de Campeones, donde un hombre de negocios está convencido de que todas las personas que le rodean son robots incapaces de tener sentimientos y que sirven para un experimento donde él es el único ser en el universo al que el Creador ha dotado de libre albedrío. Así que se vuelve loco y se lanza en un ataque furioso contra quien esté cerca.
Al empezar el libro, me llamó la atención que estaba hecho de oraciones cortas, pequeños diálogos y descripciones diminutas. ¡Es uno de los libros más fáciles que he leído! Incluso el libro está lleno de dibujos hechos pro el autor que ayudan a narrar la historia y a ahorrarse descripciones. Estos dibujos hasta se convierten en personajes del libro.
“Debemos reconocer que el lector está haciendo algo bastante difícil para él y la razón por la que no cambias el punto de vista con mucha frecuencia es que él no se pierda, y la razón de ser de tu párrafo es que sus ojos no se cansen demasiado, y es así para que, sin conocerlo, puedas llegar a él facilitándole el trabajo. Él debe representar tu espectáculo en su cabeza, decorarlo e iluminarlo. Su trabajo no es fácil.” Así es como Kurt explica por qué sus libros, tan geniales como son, no son pilas de palabras rebuscadas y frases complicadas.
Él no quería limitar el alcance de su trabajo a los intelectuales o a los que sólo leen a los griegos y filosofía incomprensible. “Todo lo que yo quería era darle a la gente el alivio de la risa. El humor puede ser un alivio, como una aspirina. Si dentro de cien años, la gente se sigue riendo, definitivamente estaré complacido.”
Recuerdo que en Vonnegut’s Apocalypse, un artículo que apareció en la revista Rolling Stone en 2006, Kurt dijo:
"El ejército me mantenía con ellos porque sabía mecanografiar, así que yo mecanografiaba las catarsis de otros y cosas así. Y mis pensamientos eran: ‘He hecho todo lo que se suponía que hiciera. ¿Ya me puedo ir a casa?’ Eso es lo que siento ahora mismo. He escrito libros. Muchos. Por favor, he hecho todo lo que suponía que hiciera. ¿Puedo irme a casa ahora?”
El once de abril de
sinceros y hermosos y graciosos y desgarradores del siglo XX… Kurt Vonnegut Jr, el hombre sin patria, finalmente se fue a casa.
Y ahora que se fue, me dan ganas de decir: “Kurt está ahora en el cielo”. Ésa era su broma favorita.
Y cosas por el estilo.